El
nuevo ataque de Clarín contra Martín Sabbatella es un otro eslabón en la cadena
de agresiones desatadas contra el
titular del AFSCA por parte del único grupo de medios que no quiere cumplir la
ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Lo más llamativo de todo es el
tinte berreta que tiene la campaña de Clarín contra Sabbatella y el Frente Nuevo Encuentro.
Las elucubraciones argumentativas de Clarín son fácilmente desmontables porque no tienen con qué darle a una figura y una fuerza política que, además de su posicionamiento político-ideológico alineado con el proyecto nacional y popular, tiene una trayectoria de gestión y transparencia reconocida por toda la sociedad, aún por sectores del establishment de buenos modales republicanos, como la ONG Poder Ciudadano.
Las elucubraciones argumentativas de Clarín son fácilmente desmontables porque no tienen con qué darle a una figura y una fuerza política que, además de su posicionamiento político-ideológico alineado con el proyecto nacional y popular, tiene una trayectoria de gestión y transparencia reconocida por toda la sociedad, aún por sectores del establishment de buenos modales republicanos, como la ONG Poder Ciudadano.
El
redactor del dislate ya fue debidamente atendido por Fernando Torrillate Responsable de Comunicación de Nuevo
Encuentro y Director
Nacional de Imagen y Comunicación del AFSCA, en un comunicado en el que denuncia
que el artículo de Clarín “está plagado de descalificaciones y connotaciones
negativas acerca de un modo de financiamiento que nos llena de orgullo.
Deliberadamente, deja trascender que los más de mil trabajadores y trabajadoras
de este organismo son “víctimas” de este sistema de financiamiento. Miente.
Quienes hoy realizamos el aporte en el AFSCA somos menos de 70, y lo hacemos a
partir de una decisión militante, en forma voluntaria. Con las mismas mañas, el
escriba empleado por Clarín transforma esa acción generosa y solidaria en una
maquinaria orientada a obtener “diezmos” para hacer ‘caja’”.
La
zoncera de Clarín se agradece, porque además, da pie para dejar en claro un par
de cosas: por un lado, amén de
preguntarse cuantos políticos, además de Sabbatella, se atreven a tener
su declaración jurada de ingresos, es menester apuntar que desde la creación del
partido, éste se financia con aportes de sus militantes. Que los militantes de
Nuevo Encuentro que trabajan en AFSCA puedan
tener la libertad de elegir donar el 8% de su sueldo para contribuir a mantener
la fuerza política refuerza ese sentido de transparencia.
Por
otro lado, queda develada la notoria intención del cronista de tomar por
estúpido al lector: imagínese que de un día para el otro, unos mil empleados de
una repartición estatal con fuerte
presencia gremial (en AFSCA están UPCN y ATE) se enteran de que se les va a
quitar el 8% del sueldo…es fácil completar el resto de la escena: el 8% es más
de la mitad del 13% pero sirve para recordar lo que pasó cuando el gobierno de
De La Rúa aplicó ese recorte en los sueldo de los empleados estatales.
Pero lo
interesante no es la anécdota de Clarín
– qué otra cosa podemos esperar de Clarín más que sus previsibles acciones
tendientes a frenar la aplicación integral de la ley de medios – sino la
curiosa andanada de críticas “hechas por izquierda” de parte de un sector de
las fuerzas que se llaman progresistas–llámese FAP, Proyecto Sur, Partido
Social - que terminan por ubicarse en el ala izquierda de la oposición
clarinista. A tono con las denuncias de los multimedios, es llamativo que desde
estos sectores se acuerden ahora de reclamar por los aspectos más progresivos
de la ley en términos de inclusión y pluralidad de voces, justamente cuando
existe una gestión en AFSCA que sí ha apuntado a dar respuesta a esas
cuestiones. Puristas que se bañan en el
río Jordán cada mañana reiteran un falso pregón que es necesario rebatir: “Que
el gobierno se centra falsamente en el 7D pero que no se está aplicando el
resto de la ley”.
Esta
falacia de que” no se está aplicando el resto de los art; que están dejando
afuera a los medios comunitarios” son dardos contra una gestión que,
justamente, ha puesto su acento en hacer avanzar la ley en toda su extensión:
no es casual que a la llegada de Sabatella se ratificara en 2012 el calendario
de concursos para licencias de radios en todo el país (con y sin fin de lucro);
que se pusiera en marcha la entrega de licencias de FM con y sin fin de lucro
en forma directa (según el artículo 49 de la ley) en zonas de baja densidad
demográfica o de alta vulnerabilidad social; que se firmaran una serie de
convenios con distintas entidades para fomentar el desarrollo de las
actividades de comunicación audiovisual (Entrega de subsidios con el Fondo
Nacional de las Artes; líneas de créditos e incentivos fiscales con el
Ministerio de Industria; capacitación con el Ministerio de Trabajo; instalación
de radios escolares en todo el país con el Ministerio de Educación; etc); que
se aceitaran los mecanismos para la entrega de licencias a pueblos originarios.
Todo eso, en poco más de cuatro meses de gestión, al tiempo en que se comienza a
avanzar en los planes de adecuación de los grupos de medios –aquí es esperable
que Clarín arguya “que el gobierno favorece a medios amigos” ante los planes de
adecuación de distintas corporaciones mediáticas. En cambio, es un poco más
lamentable que sectores que se dicen progresistas repliquen este latiguillo,
desconociendo el mapa de medios actual de la Argentina, en el que un solo actor
representa cerca del 70% del mercado y el segundo apenas menos del 10%.
Y con
buena perspectiva a futuro: AFSCA firmó con el Ministerio de Planificación un
convenio por el cual, entre otras cuestiones, se trabajará en el Plan Técnico,
el reordenamiento del espectro radioeléctrico. Se trata de ordenar una
situación que a lo largo de más de
treinta años se ha convertido en una maraña de señales legales, precarias,
ilegales, una bola de interferencia que requiere una política de Estado, que es
justamente lo que esta gestión pretende impulsar. Menos estridente que el 7D,
será, sin dudas, la tarea hercúlea, el verdadero núcleo de todas las batallas
por democratizar las voces.
Queda
claro entonces a que vienen estos ataques. A que la cosa va en serio. Para
Clarín, pero también para toda la tribuna de la progresía que se preocupa por
declamar sus ya gastados cantos de sirenas sobre el deber ser pero que no
tolera que también, en la tan mentada “renovación de la política” se aplica
aquella máxima de que mejor que decir es hacer.
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