30 de mayo de 2013

Mi encuentro con La Patria es el Otro




Mi primer encuentro con la idea de que la patria es el otro lo tuve a los 5 años. Tengo mala memoria y hay cosas mucho más recientes que he olvidado, sin embargo este encuentro me quedó grabado a fuego, probablemente porque más que el recuerdo mental, me sobrevive el recuerdo emocional de lo que sentí en ese momento. Algo de mi existencia quedó ahí, marcado.

Estaba caminando con mamá por la calle. Recién salíamos de casa, un bonito edificio de Barrio Norte en donde tuve la suerte (jamás el mérito) de nacer.  Y digo suerte pura y exclusivamente en términos materiales: vivíamos en un lindo departamento de 4 ambientes con todos los servicios y jamás me faltó nada. Años después, cuando mis antiguos vecinos se manifestaron a los cacerolazos limpios pidiendo dólares o viajes a Punta del Este, dejé de sentirme tan suertuda.

Pero volvamos al encuentro. Yo tenía 5 años y caminaba con mamá por la calle. En el medio de la vereda (no al costado, exactamente en el medio, para no ser invisible) estaba sentada una mujer muy anciana, seguramente la más anciana que había visto en mi corta vida, y estaba pidiendo monedas, estaba pidiendo ayuda. 

Mamá le pasó por el costado sin verla, concentrada en sus cosas o en hacia dónde iba, y yo no podía creer lo que estaba pasando. Me pareció que mamá era mala. Todavía no entendía ni lo tristemente habitual que era esa escena, ni que uno solo no puede ayudar a todos, pero no voy a olvidar haber pensado fugazmente algo así como “pará, acá hay algo que está mal”.

Lo que hice fue largarme a llorar desconsolada, cargada de impotencia. Sentía como una desesperación de que ella se quedará ahí, ignorada, absolutamente sola en medio de toda la gente. Corrí atrás de mamá entre llantos y al grito de “¿¿no la vamos a ayudar??”. Mamá se quedó helada y se le dibujó el dolor en el rostro. Pero no dudó un instante, sacó unas cuantas monedas y me las dio, para que se las fuera a dejar en el regazo a la vieja.

Supongo que después habrá venido la explicación, pero no hay explicación que alcance. Ese día y todo de golpe, en un solo cachetazo de realidad, entendí que el mundo no era justo, que no todos éramos iguales, que había personas que no habían nacido en casas como la mía, que necesitaban cosas que yo ni siquiera sabía que podían no tenerse, que había chicos que no iban a la escuela, que tenían frío, que tenían hambre. Ese día entendí que la patria es el otro, aunque todavía no supiera qué era la patria o quién era yo. Pero había visto al otro. Al otro que necesita, al otro que sufre, al otro que simplemente no tuvo la misma suerte que yo, que nací en Barrio Norte.

Un cuarto de siglo después, y porque ya entendí que uno solo no puede ayudar a todos, me encuentro militando en un partido político que apoya un proyecto de país en el que la consigna es La Patria es el Otro. Imposible estar en otro lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario