El paralelismo parece imponerse por
estos días. Argentina este año está jugando dos mundiales. Uno es el evento
deportivo más importante del mundo. El otro, un poco menos festivo, es la
batalla por mantener la soberanía política y económica contra los fondos buitre, corporaciones de diferentes países no tan fácilmente ubicables
en el mapa, con domicilios declarados en paraísos fiscales y rostros hasta
ahora poco conocidos, con excepción tal vez de Paul Singer.
Más allá de cómo vaya a resolverse
este conflicto, en el que el gobierno argentino está poniendo casi tanto huevo
como Di María contra Suiza (imposible no hacer otra analogía: Suiza es uno de
los más importantes paraísos fiscales del mundo), hay algunas cosas que ya tienen
gusto a batalla ganada. Por primera vez en nuestra historia, los argentinos
estamos comenzando a comprender cómo funciona “la grifería del mundo”.
La difusión y la centralidad que ha
tomado en los medios (locales e internacionales) la pelea contra el 7% de los
acreedores de la Argentina que no entraron al canje y que hace peligrar la
estabilidad económica con tanto esfuerzo alcanzada por nuestro país, es
inédita. ¿Por qué hasta ahora nadie sabía que en Perú ya había ocurrido algo
similar? ¿Cómo es que de pronto el gobierno argentino ha logrado la adhesión a
su causa de más de ochenta países? ¿Será casualidad que esto nos pase cuando los
grupos de medios hegemónicos andan rodando cuesta abajo por la ladera de la credibilidad?
Después de la larga lucha por la
aprobación de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, si bien el mapa
de medios del país no podrá cambiarse de la noche a la mañana, eso no nos ha
impedido ganar una batalla importante. Ya pocos son los que leen los diarios argentinos
creyendo que la información es “pura”. Los grandes medios han pagado caro su berrinche
por no querer adecuarse a una ley popular: han tenido que desnudar sus
verdaderos intereses, debiendo dejar en el camino los ropajes de independencia
que tantos años supieron vestir.
Y así como ya aprendimos que cuando leemos un diario o miramos un noticiero, debemos tomar sus contenidos con pinzas, porque ya no hay ninguno que sea independiente y que la objetividad no existe, también estamos comenzando a mirar al titiritero detrás del títere en otros ámbitos. Y esta nueva forma de ver el mundo podemos decir que ya se exporta, si consideramos que países en crisis como Grecia han tenido en cuenta nuestra experiencia para colocar una cláusula en sus bonos de deuda que obliga a todos los acreedores a aceptar las condiciones que acepte el 75% de ellos.
Y así como ya aprendimos que cuando leemos un diario o miramos un noticiero, debemos tomar sus contenidos con pinzas, porque ya no hay ninguno que sea independiente y que la objetividad no existe, también estamos comenzando a mirar al titiritero detrás del títere en otros ámbitos. Y esta nueva forma de ver el mundo podemos decir que ya se exporta, si consideramos que países en crisis como Grecia han tenido en cuenta nuestra experiencia para colocar una cláusula en sus bonos de deuda que obliga a todos los acreedores a aceptar las condiciones que acepte el 75% de ellos.
Hoy Argentina le está dando un ejemplo
al mundo y esto va mucho más allá del fútbol. Con la camiseta puesta de la
lucha soberana y de la defensa de lo nacional, este invierno nuestro país está
jugando dos mundiales. No sabemos todavía cómo termina ninguno de los dos. Pero
de lo que no caben dudas, es que en ambos tenemos equipos de fierro que van a
dar la pelea hasta el final.
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