La patria, el escudo, la bandera, siempre me fueron ajenos. Representaron mi infancia golpe a golpe, al estado desaparecedor, la mera formalidad democrática.
La patria eran ellos y los nadies, los otros, por momentos, ni siquiera un nosotros.
Como parte de una historia que cambió, que está cambiando, me sumo a la fiesta popular concentrado en tareas militantes. Hay que filmar los cantitos, las banderas, los referentes.
En plena multitud, una voz me reconoce: - Vos sos el papá de Leandro - dice y se sumerge, de nuevo entre los miles. Con un viento de hielo la plaza se vacía, se silencia; mis ojos empapados en un mar de ausencia.
Vuelvo al presente al calor de un vibrante discurso. Fuegos de artificio y alegría; muchos abrazos compartidos. A bajar las fotos, los videos, a subir imágenes a las redes. Difundir, difundir, difundir.
La retirada es larga pero las calles abrigan. Camino solo en la avanzada noche y un mensajito llega: “estuvimos juntos viendo a Silvio Rodriguez como en Ferro” y son cuadras y cuadras con el llanto en un grito. No Lucía, vos estuviste, Leandro no, Leandro solo en nuestros corazones, Leandro.
Unos pibes en la esquina aún agitan los cantos de la marcha “siempre vamos a estar”. Todos se parecen, todos son Leandro de alguna manera. Se sienten queridos por la patria, incluidos. Hoy hay un nosotros, una serie de nosotros, mas grandes, mas chiquitos, mas simples, mas complejos, nunca menos. Salgo de mí, me entrego sin pretextos, sin excusas: La patria es el otro. La patria es una cuna, una herramienta, un bastón para seguir, de pie pese a todo; un rumbo.
Nuevo mensaje: Ailén cena con amigos. Mi hija querida, mi pueblo, mi patria.
Compañeros: Llegué a casa.

No hay comentarios:
Publicar un comentario