2 de septiembre de 2014

Efemérides: Los locos y las locas de la ley




El miércoles 27 de agosto se celebró el día de la Radiodifusión en Argentina.  Las efemérides vienen del año 1920. Hace 94 años, un 27 de agosto por la noche entraron en la historia los llamados “Locos de la Azotea”: Enrique Susini, César Guerrico, Miguel Mugica, Luis Romero e Ignacio Gómez crearon Sociedad Radio Argentina y se subieron al techo del Teatro Coliseo con un transmisor para efectuar la primera transmisión radial de la historia: la ópera “Pársifal”.
Desde entonces, la locura se propagó por toda nuestra patria, por toda nuestra historia: de Niní Marshall hasta la negra Vernaci, desde Roberto Galán a Bobby Flores, nuestro pueblo se ha caracterizado por ofrecer un número importante de maniáticas y maniáticos del éter. 


Sin embargo, la última dictadura dejó, entre tantas otras lamentables herencias, un estado de cordura de mercado: en los años de represión y muerte, de vendepatrias y cipayos, se estableció que la radiodifusión era un negocio y, cómo tal, sólo estaba permitida la radio como mercancía. 

La herencia fue tan grande que la dictadura se fue y aunque pasaron más de 25 años de democracia, se seguía persiguiendo a los locos. Ahora eran “truchos” o “clandestinos”, fuera de la ley. Sin embargo, los locos seguían apareciendo, tantas ganas tenía el pueblo de esta demencia.  Las válvulas fueron transistores, los transistores pasaron a ser circuitos integrados, pero los locos fueron más y más. Soldando cables en la “Plaquetodo”, colgando “paragüitas” en cientos de terrazas y azoteas. Y armando, proyectando, viviendo, la comunicación popular. 

Porque hace 94 años hubo unos locos en la azotea, hubo radio. 

Hace diez años se anunció otra locura. La Coalición por una Radiodifusión Democrática. Muchos cuerdos entendimos y creímos que era de esas locuras de manicomio: nos pareció simpáticamente inviable. Derecho a la comunicación, comunicación democrática, pluralidad de voces: todas patologías que se estudiaban en la facultad, en libros y realidades ajenas. Otros, nos dejamos contagiar. 

Entonces ocurrió algo. Ya no solo en la radio, en todo el país había cada vez más gente desquiciada, prácticamente desahuciada, con cantinelas extrañas y demandas delirantes: que el desarrollo con inclusión, que la ampliación de derechos, que pueblo o corporaciones, que soberanía popular, que… 

Cuando creímos que la locura no daba para más, un gobierno y un parlamento realmente trastornados impulsaron y aprobaron una ley excéntrica.  El resultado deja a cualquiera absorto: radios de pueblos originarios, radios comunitarias, radios escolares, se multiplican y crecen por todo el territorio. 

Hoy, cuando las voces de la racionalidad neoliberal piden cosas tan reflexivas, sensatas, moderadas y prudentes, como aplicar el ajuste o creer en “la mano invisible del mercado”, la locura de una patria libre, justa y soberana nos sigue convocando, ahora desde múltiples voces, gracias a las locas y los locos de la ley.


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