28 de marzo de 2013

Nuevo Encuentro el 24 de marzo. 30.000 motivos para bancar este proyecto

Como todos los años, el Frente Nuevo Encuentro marchó a Plaza de Mayo, al cumplirse 37 años del golpe cívico militar. "30 mil motivos para bancar este proyecto" fue la consigna con la que nos movilizamos miles de compañeras y compañeros del Frente Nuevo Encuentro.

Fue una jornada que nos convocó a renovar el compromiso militante, a afrontar un nuevo desafío, el de seguir luchando por la sociedad más justa e inclusiva, aquella por la cual los 30.000 desaparecidos pelearon y que desde 2003 en Argentina estamos construyendo.

El reclamo de memoria, verdad y justicia se enlazó con la alegría compartida por los avances del proyecto nacional y popular que, en el plano de los derechos humanos, le dio impulso a las luchas populares para revertir las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y lograr que 360 represores sean condenados en siete años de juicios. Una quinta parte de los jóvenes apropiados durante la dictadura recuperaron su verdadera identidad.

Para Martín Sabbatella, se trató de “otro 24 de marzo con mucha más alegría militante porque dialogamos con la historia, hacemos un ejercicio permanente de memoria, de verdad y justicia, para construir otro futuro. Y lo hacemos desde un presente muy intenso, con muchísima militancia, ideas, ganas de construir esa sociedad por la cual lucharon los desaparecidos. Un presente donde hay un proyecto nacional y popular, inaugurado por Néstor Kirchner, liderado por la presidenta de la Nación, que recoge esas banderas de una sociedad más justa, más igualitaria”.

 
La Plaza de Mayo se colmó con más de 120 mil manifestantes de organizaciones políticas, sociales, estudiantiles, sindicales y de Derechos Humanos. Las consignas y los reclamos se centraron en investigar la complicidad de sectores civiles y de grupos económicos en el golpe y en reclamar la democratización de la Justicia.

 


Al respecto, José Campagnoli, presidente del Encuentro por la Democracia y la Equidad (EDE) en la Ciudad de Buenos Aires, señaló que “la democratización de la justicia es necesaria para profundizar este proceso político, tal como lo viene planteando la presidenta.  Es el debate que se abre en la Argentina sobre la corporación judicial, una estructura mayoritariamente conservadora arcaica, que no está en sintonía con las profundas transformaciones que el país precisa y termina en muchos casos privilegiando intereses de los grandes grupos económicos”. 

27 de marzo de 2013

Fanática no. Convencida.



Hoy defiendo a este gobierno con uñas y dientes. Aunque gracias a la Historia, no necesito usarlos. Con voto y militancia alcanza, porque hoy respiramos en Argentina unos aires democráticos puros como nunca en la historia de esta nación.

Sin embargo, no fui siempre así. Nací en un hogar de clase media antiperonista y mi primer recuerdo político es haber llorado a los 8 años frente al televisor cuando Menem le ganó a Angeloz. Papá radical estaba furioso. Mamá hija-de-ingeniero-exiliado-a-Bolivia-por-putear-a-Perón, desconsolada. Qué lágrimas anticipatorias de una época oscura por venir. Nos pasábamos esos años descargando con Tato Bores los domingos o con algún que otro programita político que cada tanto le pegaba a Menem con cariño. Pero todo era tibio. La bonanza era grande, teníamos dólares y gracias a Menem conocí Disney en 1992. El viaje más groso de mis cortos 11 años hasta que en el 93 me llevaron a Bariloche y pensé que era genial que el lugar más lindo de la tierra estuviera en mi país.

En el 99 voté por primera vez ilusionada a la Alianza. Radicales + Chacho, fórmula gloriosa. Duró lo que un suspiro. El final lo conocemos todos. Llegó diciembre de 2001 y salí con mamá a cacerolear en Coronel Díaz y Santa Fe, a 2 cuadras de casa, con todos los vecinos que estábamos hartos de toda la clase política que se había fumado nuestro dinero aliada con el poder económico y entonces bueno, que paguen los de siempre: 26% de desocupación, ahorros confiscados, viejos y maestros muertos de hambre.

Llegó 2003 y el tipo que decidía el rumbo del país era Duhalde. Qué espanto había en casa. ¿Qué íbamos a hacer? Apareció trayendo al flaco birolo y no sé por qué, nos cayó bien. El tipo tenía cara de bueno y hablaba como un político de los que yo nunca había visto más que en los libros. Nos pusimos el ganchito de ropa en la nariz y decidimos votar a un peronista. Pero parecía lo más potable, qué se yo, perdido por perdido qué vas a hacer, tenés que votar al que parezca menos malo.

Y tuvimos suerte, porque a Néstor lo votamos de pedo. Inútil es nombrar aquí todas las cosas por las que nos fue devolviendo la esperanza y la dignidad como país. FMI ALCArajo y la bajada de cuadros en la ESMA, entre muchas otras cosas, nos gustaron demasiado.

Decidimos apoyar al gobierno pero sin saber todavía cómo era la cancha en donde se jugaba ese partido. Y tampoco estaba todavía claro quién jugaba en cada equipo. Hasta el momento, partido de verdad no había habido. Poder Político jugaba con Poder Económico por lo tanto, no había contrincante. Y recuerden que en casa veníamos de unos años en donde volver a creer en la política estaba todavía puesto en duda.

En 2007 y con vergüenza admito no haber votado a Cristina (y si me pinchan un poco más, les cuento que en la Ciudad, le puse la confianza al Pino. Cosas que pasan.). Voté a Lavagna pensando otra vez en la platita porque nos había sacado bien de la crisis y además, es peligroso que un gobierno concentre todo el poder. Se pueden volver autoritarios y empezar a cagarla sin que nadie los pueda frenar. Mejor repartir, pensé.

Y finalmente, el gobierno de Cristina. El campo se le tiró encima de inmediato con la excusa de las retenciones que al final, bien hubieran hecho en aceptarlas. Pero ahí, exactamente ahí, se dividieron las aguas. Yo creo que Cristina era consciente de que acababa de empezar el partido y ella no quería perder el primer set. Con mamá no entendíamos por qué había dilatado tanto un conflicto que podía haber resuelto antes. Ahora sí.

El conflicto nos aclaró el campo de juego. Poder Político se había enfrentado a Poder Económico y estaba empezando el partido. Imposible no elegir bando. Ya habían pasado 8 años y seguían haciendo cosas que me gustaban. No me estaban defraudando y se murió Néstor. Lo lloré tanto como a mi padre, que se fue de este mundo unos meses después y decidí que quería participar. Estaba harta de discutir sólo en Facebook. Quería hacer algo para apoyar el proyecto de país que recién había terminado de entender y en 2011 inicié mi militancia.

Hoy defiendo a este gobierno con uñas y dientes. Y aun así, no soy una fanática. Soy una convencida a la que le costó unos cuantos años, muchas discusiones y unas cuantas roturas de esquema entender cómo funcionaba el poder en el mundo y qué estaba haciendo cada uno en función de eso. A mi instinto idealista que creía que la perfección era posible, le costó mucho aprender a vivir en la contradicción. Y ese hoy, es mi lema.

26 de marzo de 2013

Disparen contra S



El nuevo ataque de Clarín contra Martín Sabbatella es un otro eslabón en la cadena de agresiones  desatadas contra el titular del AFSCA por parte del único grupo de medios que no quiere cumplir la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Lo más llamativo de todo es el tinte berreta que tiene la campaña de Clarín contra Sabbatella  y el Frente Nuevo Encuentro. 

 Las elucubraciones argumentativas de Clarín son fácilmente desmontables porque no tienen con qué darle a una figura y una fuerza política que, además de su posicionamiento político-ideológico alineado con el proyecto nacional y popular, tiene una trayectoria de gestión y transparencia  reconocida por toda la sociedad, aún por sectores del establishment de buenos modales republicanos, como la ONG Poder Ciudadano.

25 de marzo de 2013

MÁS QUE MIL PALABRAS - Sobre el valor de las imágenes




En ocasiones las imágenes permiten condensar una enorme cantidad de sentidos circulantes; pueden invitar a reflexionar sobre lo que pensamos como ya dado; pueden subvertir un cierto sentido común sobre nuestra realidad.

Estos tiempos son tiempos plagados de imágenes potentes, imágenes que desafían lo que imaginamos que puede suceder. Por eso son imágenes históricas. Narran una época distinta, una nueva épica. Hoy sabemos que han trascendido.

La imagen del cuadro y tantos otros gestos a los que asistimos durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner amplían nuestro horizonte de posibilidades. Los tiempos a los que asistimos eran impensables hace diez años. El país del juicio y el castigo, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo, era un imposible hace menos de una década, cuando la Argentina se revolvía.
En ocasiones las imágenes permiten condensar una enorme cantidad de sentidos circulantes; pueden invitar a reflexionar sobre lo que pensamos como ya dado; pueden subvertir un cierto sentido común sobre nuestra realidad.

Estos tiempos son tiempos plagados de imágenes potentes, imágenes que desafían lo que imaginamos que puede suceder. Por eso son imágenes históricas. Narran una época distinta, una nueva épica. Hoy sabemos que han trascendido.

La imagen del cuadro y tantos otros gestos a los que asistimos durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner amplían nuestro horizonte de posibilidades. Los tiempos a los que asistimos eran impensables hace ocho años. El país del juicio y el castigo, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo, era un imposible hace menos de una década, cuando la Argentina se revolvía.

NUESTRAS IDEAS-FUERZA


  • DESARROLLO CULTURAL DEMOCRÁTICO
    Asumimos como punto de partida la necesidad de actualizar una mirada política sobre la cultura que reconozca su decisiva influencia como potente motor para generar un proyecto popular - democrático que emprenda el desarrollo económico, no concebido como fin en sí mismo, sino como vehículo necesario para concretar el objetivo de avanzar en las profundas transformaciones sociales aún pendientes en nuestro país. Esto nos obliga a dejar atrás las concepciones que plantean la cultura como gasto, subsidio o inversión a largo plazo de retorno incierto y a las políticas culturales, en consecuencia, como el “complemento decorativo” de las políticas estatales.
Desde esta perspectiva, pensar el vínculo entre cultura, democracia y desarrollo, supone reconocer una conflictividad, una lógica de complementación alejada definitivamente de la idea de un consenso armonioso, entendida como construcción tensa de necesidades e intereses diversos que deben ser proyectados por políticas de estado, orientadas hacia la inclusión y la igualación de oportunidades para amplios sectores de la población históricamente excluidos y discriminados como actores culturales. Simultáneamente, debe tenerse presente que la mejora de las condiciones económicas no implican mecánicamente una mejora de las condiciones simbólicas, de modo de ambas tareas deben ir de la mano.
En este camino, entendemos que es fundamental revalorizar la centralidad del Estado y su rol histórico en América Latina como agente dinamizador de los impulsos de renovación política, social y cultural. Las políticas estatales en el área de cultura deben ser pensadas, en consecuencia, como intervenciones vinculadas con la transformación social. Al mismo tiempo, es fundamental entender que toda política estatal plantea fuertes consecuencias culturales, lo que nos obliga a pensar la política cultural en clave transversal.
En este sentido, es importante explicitar un objetivo, que debiera ser el fin último de todas las intervenciones del Estado en interacción con la sociedad civil, esto es, el incremento de la autonomía y la libertad de los seres humanos, entendiendo por autonomía aquella capacidad crítica de revisar permanentemente nuestra experiencia y  las lógicas que regulan el funcionamiento social.
La posibilidad de abordar en toda su complejidad esta tarea involucra una comprensión abarcadora de la cultura, que parta del reconocimiento de su dimensión identitaria y subjetiva, que incorpore las problemáticas y perspectivas que plantean las industrias culturales, y que reconozca la centralidad que los medios de comunicación tienen en la dinámica de las sociedades actuales.


  • CULTURA COMO DERECHO Y MEDIO DE CONSTRUCCION DE CIUDADANIA Y EQUIDAD
      Desde una perspectiva transformadora y superadora de las visiones del desarrollo entendido exclusivamente como crecimiento económico, la desigualdad y la discriminación se manifiestan no solamente en la imposibilidad de acceso al disfrute de bienes materiales, sino también en la privación de todo derecho de apropiación de los bienes simbólicos, de ese patrimonio intangible que es la cultura y el conocimiento, el cual condiciona decisivamente las posibilidades de desarrollo y ascenso social de los sectores populares.
La cultura es un ámbito inescindible de los otros aspectos que conforman la vida social y por ello de ser reconocido como derecho fundamental, con la misma jerarquía que los derechos económicos y políticos. El vínculo entre cultura y desarrollo debe ser valorado por su capacidad de construcción de ciudadanía, en un espacio donde los derechos económicos de las empresas deben ser considerados en tensión y reciprocidad con los derechos culturales de los ciudadanos, y en el que no puede ignorarse la profunda inequidad en el acceso a los bienes culturales y en la participación en la producción y expresión cultural, tanto en los proyectos que se rigen por lógicas mercantiles, como a los comunitarios.
El umbral de ciudadanía se conquista no solo garantizando el respeto a las diferencias, sino, en primer lugar, adquiriendo los recursos competitivos indispensables para participar en la sociedad: trabajo, salud, educación y todos aquellos derechos socioeconómicos vinculados a la configuración del capital simbólico. Avanzar en la concreción de estos derechos, demanda proyectar la reducción de la brecha de estratificación, el acceso segmentado y desigual al disfrute y la producción de bienes culturales (considerando, desde ya, todo la relacionado con la oferta educativo - informacional y los bienes interactivos). 

  • DESARROLLO CULTURAL SUSTENTABLE
En lo que se refiere a la potencialidad de la cultura como medio del desarrollo, es de notar que la creciente participación de la producción cultural en el PBI (3,5% en el año 2009) no ha modificado sustancialmente la matriz de desigualdad que impera en lo que refiere a la participación de los sectores populares en la producción de bienes culturales. Esta situación pone en evidencia que el  desarrollo de las industrias culturales no se traduce en una diversificación del mercado interno de la cultura, sino en una saturación de la oferta sustentada en una repetición de contenidos de probada eficiencia en el mercado.
La crisis del paradigma neoliberal, acabó por poner en evidencia la necesidad de pensar  un modelo de producción  en términos “sustentables” entendido como capacidad de medir el desarrollo no solamente con los instrumentos e indicadores de crecimiento macroeconómico sino también incorporando como parámetros prioritarios aquellos que mensuren  la inclusión y la calificación de los actores y públicos culturales.
Es necesario actualizar una mirada superadora del doble standard que planifica separadamente las políticas culturales dirigidas a los sectores populares, concebidas como “gasto” y reducidas a la contención y asistencia social, de aquellas orientadas al estímulo de actividades rentables o con fines de lucro. La ampliación del mercado y la producción cultural no deben pensarse solamente vinculados al ámbito de las industrias culturales, sino que debe incorporar a los sectores populares en su carácter de actores y productores culturales.
En este sentido pensamos en políticas que promuevan la descentralización de la producción y expresión cultural en el territorio y la circulación en red para la conformación de un amplio espacio público cultural que, desde el Estado, garantice la equidad, integrando a los sectores marginalizados. Asimismo, consideramos la necesidad de ampliación de los circuitos que organizan y legitiman las prácticas culturales, ampliando su espectro y alcance más allá de las lógicas excluyentes que subyacen al  libre mercado y cuyo desarrollo diversifica los modos de aproximación y apropiación de los contenidos simbólicos.

  
  •  IDENTIDAD CULTURAL NACIONAL DEMOCRATICA (MEMORIA, PATRIMONIO Y DIVERSIDAD)
En tanto el desarrollo es en sí mismo un desarrollo cultural, y en tanto propende a la construcción de una mayor autonomía social, pensar nuestra identidad desde una perspectiva crítica, en aquello que nos reúne y en aquello que nos diferencia, resulta indispensable.
Las políticas estatales deben proponernos actuar sobre nuestros rasgos culturales identitarios, esto es, aquellas prácticas, valores y sentidos que tienen que ver con nuestra historia y patrimonio cultural, visibilizándolos y poniéndolos en tensión. Esto significa pensarnos como nación, siempre dentro del contexto de, y en relación con, la región y el mundo. En este sentido, la reposición de la idea de cultura nacional, abandonada oportunamente por su asimilación del nacionalismo militar del Proceso de Reorganización Nacional, tiene que ver hoy con la reapertura del vínculo entre Argentina y los argentinos, pensándola desde la existencia de un Estado fuerte que es el que actúa garantizando y ampliando derechos. Es solo a partir de la recuperación de este vínculo que es posible pensar la idea de soberanía nacional.
Las políticas culturales deben además reivindicar la diversidad en un contexto de no esencialización, sino de dinámica histórica y política, y en tanto necesidad de establecer un diálogo entre sectores culturales, no sólo desiguales (económicamente), sino diferentes (políticamente -por razones de etnia, género, elección sexual, etc.-), en oposición a la celebración multicultural del neoliberalismo que propone un encierro en la propia cultura que no produce más que segregación.

  • DIMENSION CULTURAL DE UN PROYECTO POLITICO
Estamos inmersos en una batalla donde la disputa por la hegemonía se libra como nunca antes en el espacio de configuración de nuevas formas de subjetividad.
La lógica de la mercancía se ha extendido hacia todos los ámbitos de la actividad humana incluyendo la producción y el disfrute de bienes culturales. Este rasgo distintivo de  época, nos sitúa ante la necesidad de reconocer el carácter transversal e integral que hoy tiene la cultura, condicionado por las tensiones propias de un modo de producción económico y simbólico e interpelada en sus reales posibilidades de resguardo y preservación (esa es la batalla) de espacios de “relativa” autonomía
Si el futuro ya no se nos presenta entonces necesariamente como progreso, como desenlace positivo y feliz del desarrollo histórico, resulta imprescindible y urgente promover una mirada crítica, capaz de elaborar  nuevas representaciones de un sentido de lugar para el sujeto -individual y colectivo- que le permitan abordar la compleja tarea de apropiarse de las herramientas para la construcción y la transformación social.
La recuperación del valor del lenguaje y la acción política como vehículo de transformación constituye un avance fundamental en esa dirección, por su capacidad para evidenciar  los conflictos, tensiones e intereses muchas veces contrapuestos de los diferentes grupos y clases sociales y hacer emerger de ellos su potencialidad creadora
Los mecanismos de distinción simbólica, desarrollados desde los sectores dominantes a través de la comunicación y las instituciones encargadas de organizar y legitimar la producción, expresan en el ámbito de la cultura, lógicas hegemónicas de un relato que opera en dos niveles contrapuestos: por un lado celebrando  formalmente la diversidad y estimulando las diferencias; y por el otro, desarrollando un fuerte proceso de  concentración y homogeneización  de  las cadenas de producción, comunicación y consumo de mensajes culturales, las cuales en los hechos operan estratificando y diferenciando lo culto, de lo popular y lo masivo, incentivando formas discriminatorias del gusto  y uniformando un sentido común que exacerba el rechazo a la diferencia y hacia las minorías de todo tipo: raciales, religiosas, sexuales, económicas
Es necesario oponer a la existencia de estos mecanismos discriminatorios de distinción simbólica pautas de democratización que estimulen la diversidad, pero sobre todo el intercambio y las posibilidades de apropiación  del capital simbólico.
El recupero de nuevos sentidos para lo público, en ese vínculo tenso entre desarrollo – democracia – equidad,  debe concebirse como espacio de estímulo hacia los emprendedores en un sentido amplio (incluyendo las industrias culturales y sin perder de vista las expresiones y emprendimientos culturales que no persigan rentabilidad), pero fundamentalmente de defensa y estimulo hacia los sectores más indefensos frente al poder de las corporaciones. Pensar lo público entonces como igualador de oportunidades, como generador de espacios emancipatorios donde se desarrolle la información independiente y se legitimen en un plano de igualdad las demandas de la todos los ciudadanos y ciudadanas.
Pensar en términos políticos el derecho a la cultura y el desarrollo cultural para la equidad en el acceso y la participación, requiere desarrollar un programa que aborde progresivamente:

  • El reconocimiento, visibilidad y estimulo en un plano de igualdad de toda la diversidad y heterogeneidad de la producción cultural atravesando todas las clases sociales y colectivos (y públicos) culturales (el proyecto de regionalización de Puntos de Cultura es una apuesta interesante en esta dirección)
  • El fomento del desarrollo cultural de carácter industrial y de carácter comunitario en función de las necesidades de la sociedad y a través de mecanismos de participación democrática y de solidaridad; así como también mediante la formación y capacitación de actores culturales en virtud de las demandas existentes.
  • La resignificación y puesta en valor de la identidad nacional invitando a una reflexión profunda sobre quiénes somos, y achicando la distancia entre la Argentina y los argentinos, desde una perspectiva de integración con la región y el mundo.
  • La creación  de espacios de encuentro y diálogo intercultural, es decir, entre los diferentes colectivos culturales hoy segmentados en base a la desigualdad (económica) y a la diferencia (política, étnica, sexual, religiosa), pensando este espacio no desde la armonía eventual del consenso, sino desde la potencialidad creadora del conflicto

DESINSTALANDO SENTIDOS COMUNES - Generando y visibilizando cambios en el horizonte de lo posible

Nos movemos cotidianamente utilizando mapas, códigos, referencias, que nos permiten comprender la realidad, comunicarnos y sentirnos seguros. Esos sentidos comunes, esas claves de lectura compartidas, muchas veces están apoyadas sobre prejuicios, errores, disvalores. Desinstalar esos sentidos comunes supone desarmar los mecanismos que los configuran; interpelarlos y tratar de leer entre líneas los conceptos sobre los que están construidos. Frente a una historia colectiva dolorosa, una ficción fundacional nacional, una colonización como pretendido punto de partida, es necesario hoy pensarnos autónomamente para profundizar la batalla cultural a la que asistimos.


PLURALIDAD DE VOCES

La mujer habla por teléfono y su voz silabea entre pasajeros sentados de a pie. Su acento extranjero relata un conflicto sindical, individualiza actores y conductas; bajando apenas el tono, incluye intimidades, chismes, amores y desdenes. Al igual que tantas y tantos, de orígenes y condiciones diversas, trabaja y habita esta tierra. Sabiéndolo o no, es partícipe necesaria en la construcción del entramado social, de la realidad cotidiana.

La sociedad argentina es cien veces más multicultural en sus calles que en su imaginario. Mil veces más en colectivos y trenes que en sus pantallas de televisión.

Los locutores, periodistas, actores y entrevistados, están cortados por la misma tijera cultural, étnica e ideológica. Encarnan una idea de sociedad mercantil, competitiva e individualista, acorde a los intereses y valores de los sectores de mayor poder de fuego económico.
Los grupos concentrados mediáticos proyectan estos valores como si fueran representativos del pensar-sentir del conjunto social y; con las mediaciones del caso, con las operaciones des identificatorias o politizantes de cada grupo o sector, logran que buena parte del conjunto los asuma y defienda como propios.

Un sector, dueño de los medios de producción (agropecuarios, industriales, mediáticos) es el único que tiene imagen, voz y capacidad editorial. Los pueblos originarios, las comunidades que somos, las clases medias, los trabajadores, están marginados o excluidos de la posibilidad de generar y difundir sus propios contenidos. Nunca dicen, son dichos.

Los medios hacen decir al automovilista en tensión por el tránsito interrumpido y ni siquiera enfocan al que reclama su derecho en el corte. Dan pantalla y legitiman a personajes como De Angelis o Del Sel pidiendo el aumento del precio de la carne para mejorar la rentabilidad de sus reses, pero no al trabajador o al empleado, perjudicado directo de esa transferencia de ingresos.

¿Esto es justo? ¿Esto es democrático?

En la Argentina se sancionó y está parcialmente vigente una Ley de Servicios Audiovisuales de avanzada en la región y en el mundo. Ley que es bandera de un gobierno mayoritariamente ratificado por el voto popular en su rumbo. Un gobierno que puso en cuestión la credibilidad de los multimedios, fundamentalmente usando medios oficiales y oficialistas, surgidos a la vera del impulso y la publicidad estatal.
Propiciar la inclusión de las visiones excluidas es trabajar por un rumbo de mayor democratización. La producción de contenidos propios, sumada a las respectivas prácticas, sociales, culturales y políticas, produce una conciencia de sí de cada sujeto colectivo interviniente. Una asunción de la propia identidad material y simbólica. Del rol social.

La importancia de los medios, su carácter de actores políticos, la defensa de sus propios intereses, (no así su carácter racista y de clase) es percibida con mucho más claridad. Están sujetos a crítica y puestos bajo varias lupas, erosionada su capacidad de formar opinión. Otra cosa es cuestionar su lógica. Eso no puede hacerse desde estos mismos medios ni compitiendo con ellos desde su misma matriz ideológica, es decir: competencia, encumbramiento de ídolos, banalización de la cultura, estereotipo del cuerpo femenino, mercantilización del segundo, etc, etc.

Es tiempo de que surjan nuevos medios y que el estado financie el arranque de esas nuevas construcciones (algunas realidades de años pero que en el contexto no logran visibilidad).
Una pluralidad de voces, en la que todos los sectores sociales generen ideas y valores, no atañe exclusivamente al derecho a la comunicación. Construir ciudadanía con voz y representación propia es uno de los nervios motores para una real institución igualitaria de la sociedad argentina.