24 de diciembre de 2014

Ojotas

Tendría que comprarme un par de ojotas” piensa, mientras se mira las negras, gastadas por sus pies planos que le hacen cargar sus casi noventa kilos sobre los arcos del plástico. Pero pasa por el puesto del mantero y sigue, porque no sabe si le va a alcanzar la plata. Complica la inflación, aunque Zaiat se lo explique en la radio, y uno ya sabe quiénes son los hijos de puta de los formadores de precio. Algo se aprendió en estos años. “Te juro, que en los malos momentos...”, le sale el cantito y no se da cuenta de que no lo piensa de que lo va cantando a capella, hasta que uno le hace el coro en la vereda, con los deditos en Ve.

Bueno, tampoco son malos momentos, reflexiona. Es que ya no es un pibe, ni es tampoco el militante que supo ser, aunque siga yirando, metiendo las narices en más de un  quilombo, en el gremio, en el centro cultural del barrio. Lo que pasa es que Papá Noel será un invento imperialista de la Coca Cola pero las ganas de la felicidad de un rato con los pibes abriendo los regalos no la cambia por nada, así que hay que malabarear con los regalos. 


No gastarse treinta pesos en un par de ojotas, es de rata, que no se lo diga nadie. Es que no es problema de plata, también es el tiempo. Tiene que salirse del circuito, en Once no encuentra remeras de Zamba, ni de la Princesa Medialuna. “Qué boludo”, piensa, que podría haber comprado, previsor, en la última excursión a Tecnópolis. “Veintitrés millones de veces fuiste, gratis, y no se te ocurrió gastar una moneda, qué rata” Ahora tiene que peregrinar. ¿Pero cómo negarse? Al contrario, esa sí es una tarea militante. San Martín mata a Mickey. Recordar el aburrimiento milicoide de la “Anteojito” y ver a los nenes jugando disfrazados de granaderos al grito de “seamos libres y lo demás no importa” (alta muletilla del mayor), le llena el alma de alegría y satisfacción. Eso sí es un triunfo, se dice, y le mete pata.


¿El Museo del Bicentenario? Uh, por más que sea el padre, los enanos lo van a putear si se enteran que anduvo por ahí y no los llevó. Y todo a los santos pedos, y en medio de la lluvia que se larga, y en ojotas, ojotas de arcos vencido, que te hacen resbalar ¿Qué corno le pasa al clima que te cagás de calor toda la semana y viene a llover los sábados? El sábado pasado en la plaza también, se les cortó, a ellos, la fiesta por la lluvia y sí, porque ya no somos pendejos y si se te enferma un enano después es un quilombo toda la semana. Corriste con el chaparrón y casi te vas de culo al piso, por culpa de las ojotas, llantas arruinadas que ya ni dibujos tienen. Y al final, mirándola a Cristina en la tele, bueno, en la TDA, se recuerda, contento, de esa super pequeña epopeya, mínima, entrañable: haber dejado de pagarle “el cable” a la corpo, quedarse con la televisión pública. "¡Quistina!" grita el más chiquilín, que nació en un país donde una mujer es presidente por el voto popular y los científicos fabrican satélites. 

Ahora llueve otra vez y a correr por la ciudad. Ya se perdió el almuerzo del sindicato, no va a llegar al brindis del centro cultural, Ya tiene las remeras, ahora, a Constitución, a buscar  otra quimera: pasaje en tren a Mar del Plata. Ese tren nuevo, de lujo, que no la puede creer. Sabe que cuando se suba, se va a sentir más feliz que cuando anduvo en el AVE de Madrid a Sevilla, en los tiempos del uno a uno, porque es un sabor distinto, ponele de patria, sí. Aunque le de vergüenza que su preocupación sea esa y se repite que no, que esta vez sí la guita la tenía ahorrada, pero como con el cable, quiere el tren, el mismo que cuando pibe viajaba con los viejos a Chapadmalal. Difícil que el chancho chifle decía la abuela, pero bue, a probar, y de paso, cañazo, pasar por la carnicería de la calle Brasil, la que tiene Precios Cuidados y una carne de puta madre. Que se jodan los de Recoleta y paguen el impuesto al Gorila.

Le suena el celu, es el Laucha, que llama, seguro para putearlo por el brindis. Hay que festejar, salió la ley de Centros Culturales, una que le ganamos a Maurizio. Pero resulta que no, el otro todavía está en la calle, en la avenida de Mayo, están recordando a los pibes y se hizo una escapada. Y ahí él se acuerda. Se acuerda de todo, se acuerda de golpe.

 Se acuerda de que es 20 de diciembre, que los pibes que habla el Laucha son los pibes que cayeron. Se acuerda de que pudo ser él, de que pudo ser el Laucha, Soda, Mamacha, Gise o cualquiera de la banda. Es 20 de diciembre pero es sábado, no como aquel, que era jueves y que también se la pasó todo el día de un lado a otro de la ciudad. Se acuerda de que estaba sin cable porque se lo cortaron, y sin teléfono también. Y sin trabajo. Se acuerda de las madrugadas en la puerta de Clarín para manguear los clasificados gratarolas, los paquetes de Viceroy y Richmond, el tabaco más berreta del universo y alrededores, y de cómo finalmente dejó de fumar porque le daba vergüenza andar mangueando.

 Y se le empiezan a juntar lagrimitas de angustia de sólo imaginarse a los enanos a mate cocido y arroz, estoica dieta que tanto no le importaba a su juventud. Y se acuerda del Laucha la semana pasada, en la plaza de la lluvia, levantándolo del piso y diciéndole viejo pelotudo, ya te olvidaste que a la plaza no se viene en ojotas. Y ahí sí, tiene que hacer un esfuerzo, para acordarse de cuándo fue que ir a la plaza dejó de ser una excursión a los indios ranqueles, que la mochila con el agua, los limones, el buzo, el pañuelo, los trapos de piso mojados y los teléfonos de los bogas de la Liga se cambiaron por el mate, el termo y las masitas para la merienda con los peques. ¿A quién se le hubiera ocurrido ir a la plaza en ojotas?

No seas rata”, se dice y se sonríe al ver al negro carbón que también se sonríe, que dejó el alma y la vida del otro lado del océano y a pesar de la Metropolitana y todo, la rema, porque tiene con qué. “Gallina”, piensa, y nunca sabrá que se hizo de River porque un ñato le regaló la remera en la pensión, porque los colores son los mismos que su amado Diambars. Y ahora está contento con la Sudamericana, y con el fin de año de módica fiesta, en una tribu tan extraña y tan querible como la patria que lo acoge. Y él se acuerda del Soda, rumiando otra derrota con acento madrileño y otra vencido, manteando en el Rastro, pensando en la vuelta.

La calle es un embole de gente que va y viene, corriendo sin gases, sin montada, sin postas de plomo y él se siente un boludo como Gastón Pauls en “Felicidades”. “No seas rata” se repite sin que haga falta, porque ya se convenció. Agarra las ojotas nuevas, se las mide. Le da los billetes al pichón de Balanta, se pone las nuevas y manda a las viejas al tacho de la esquina. Mañana vuelve por la carne, ahora se apura, si le mete pata, llega al centro cultural, a brindar con los compañeros.

15 de diciembre de 2014

El mismo amor, la misma lluvia



Llovía ese 25 de mayo de 2004 y nadie se iba de la plaza. Podríamos ensayar arduas razones para argumentar los motivos por los cuales la tormenta no lograba arriar la multitud. Pero acaso fuera, todavía, la sorpresa. Era una fiesta popular. Eso. Fiesta popular en la plaza, Charly haciendo el himno. León, Silvio. El pueblo en la plaza y festejando.

Eran días raros. Todavía no se había gritado el “Alca, Alca, al carajo!” en Mar del Plata. La OEA era un actor de peso fuerte en América latina y el FMI seguía pretendiendo dictar las políticas económicas de la región. Pero algunas cartas ya estaban jugadas. Esa lluvia no lograba aún dispersar el recuerdo de los gases lacrimógenos del 20 de diciembre de 2001, el “la plaza es de las Madres y no de los cobardes” cantando ante las embestidas de la montada, apenas postales del hambre enarbolado por los buitres de entonces, que son los mismos de ahora. Todavía se sentía en el cuerpo la furia, el dolor de la patria vendida y sus chiquitos muertos por desnutrición, por la represión.

Todavía había la expectativa y la desconfianza. “No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la casa de gobierno” nos dijiste. Pero no estábamos bajo esa lluvia por esas palabras, sino por aquello de que “mejor que decir es hacer”, y se estaba haciendo, claro que se estaba haciendo. Llovía el llanto del pueblo esos días de octubre en que fuimos a la plaza a decirte, chau, acá estamos, disculpanos la duda. Pero ya era otra plaza.

“Y llueve, y llueve, y el pueblo no se mueve”. No sabemos si se cantaba eso el 25 de mayo de 1810. La habremos escuchado en tantas oportunidades en que la lluvia pretendió ponerse del lado de los opresores.

La fiesta en la plaza y llueve, y nadie se mueve. La plaza ya no es de las Madres. Claro que sí, que es, pero es que ahora es de los nietos, que vuelven del olvido de la derrota, para traernos nuevos sueños compartidos. Los cobardes y asesinos están presos y los buitres siguen rondando. La lluvia nos refresca las ideas, los pensamientos, la memoria, para que no olvidemos que no, que no siempre fue así, que esta normalidad de hoy, de tantos logros y alegrías, es un camino de luchas que se ensancha. Hay patria, hay proyecto. Llueve y la plaza se  rebalsa de pueblo. 

5 de diciembre de 2014

Encuentros de Comunicación Audiovisual: un espacio para continuar avanzando en la transformación del paradigma comunicacional argentino.


 

Los días 28 y 29 de noviembre se realizó en 4º Encuentro de Comunicación Audiovisual Nacional en la ciudad de Mar del Plata. Con la participación de más de 1200 personas del sector audiovisual, el evento cerró la serie de encuentros regionales que se llevaron a cabo en todo el país. Estuvo organizado por AFSCA e INCAA y se llevó a cabo en simultáneo con el 29º Festival de Cine de Mar de Plata.

Esta edición del Encuentro de Comunicación Audiovisual (ECA) en Mar del Plata no fue una edición más. Este año, el encuentro cerró un ciclo de cinco ECAs regionales que por primera vez en 2014 se llevaron a cabo, promoviendo la federalización e incorporando al sector comunitario y de las organizaciones sociales de la comunicación. En total, más de 5000 representantes del sector de todo el país pasaron por los 6 ECAs organizados este año.

En junio, la serie de ECAs la inauguró la región Centro-Norte, que incluyó a las provincias de Córdoba y Santa Fe. Más de 1000 personas, entre las que se contaban realizadores audiovisuales, pueblos originarios y organizaciones sociales vinculadas a la comunicación y la industria audiovisual, se dieron cita en la ciudad de Córdoba para participar de charlas y paneles, comisiones de discusión, debate y reflexión sobre los avances de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y las necesidades y oportunidades para el sector. 

La serie la continuó la región NEA en agosto en la ciudad de Paraná, que incluyó a las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa. En septiembre, tuvo lugar el ECA región Cuyo, con participantes de Mendoza, San Juan y San Luis. En el mes de octubre, el cuarto encuentro se realizó en Tucumán por la región NOA, en el que se incluyeron las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero. Finalmente, el último regional tuvo lugar en Bariloche a comienzos de noviembre, para las provincias de Río Negro, Neuquén, La Pampa, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

Los Encuentros de Comunicación Audiovisual se concibieron como un espacio para el intercambio, el debate y la reflexión sobre las políticas del sector audiovisual dentro del marco del nuevo paradigma comunicacional abierto a partir de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Además, los organismos del Estado presentes tuvieron espacios para presentar las diferentes líneas de fomento que se diseñaron para impulsar el desarrollo del sector y la promoción de nuevas voces. En todos los encuentros, Martín Sabbatella como presidente de AFSCA y Lucrecia Cardoso como presidenta del INCAA participaron del acto de apertura.

En palabras de Martín Sabbatella: Esta década también será recordada por la impresionante acción del Estado nacional, desde diversas áreas, para promover el desarrollo del sector audiovisual y por garantizar la democratización de la palabra, la pluralidad de voces, la libertad de expresión y el derecho a la comunicación”. “La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ocupa un lugar central en este enorme cambio de paradigma comunicacional, donde la comunicación pasó a ser un derecho humano y no más una mercancía que dejaba sin voz y sin acceso a la información, a la opinión o al entretenimiento a millones de argentinos y argentinas.”