Llovía ese 25 de mayo de 2004 y nadie se iba de la
plaza. Podríamos ensayar arduas razones para argumentar los motivos por los
cuales la tormenta no lograba arriar la multitud. Pero acaso fuera, todavía, la
sorpresa. Era una fiesta popular. Eso. Fiesta popular en la plaza, Charly
haciendo el himno. León, Silvio. El pueblo en la plaza y festejando.
Eran días raros. Todavía no se había gritado el
“Alca, Alca, al carajo!” en Mar del Plata. La OEA era un actor de peso fuerte
en América latina y el FMI seguía pretendiendo dictar las políticas económicas
de la región. Pero algunas cartas ya estaban jugadas. Esa lluvia no lograba aún
dispersar el recuerdo de los gases lacrimógenos del 20 de diciembre de 2001, el
“la plaza es de las Madres y no de los cobardes” cantando ante las embestidas
de la montada, apenas postales del hambre enarbolado por los buitres de
entonces, que son los mismos de ahora. Todavía se sentía en el cuerpo la
furia, el dolor de la patria vendida y sus chiquitos muertos por desnutrición,
por la represión.
Todavía había la expectativa y la desconfianza. “No
voy a dejar mis convicciones en la puerta de la casa de gobierno” nos dijiste.
Pero no estábamos bajo esa lluvia por esas palabras, sino por aquello de que
“mejor que decir es hacer”, y se estaba haciendo, claro que se estaba haciendo.
Llovía el llanto del pueblo esos días de octubre en que fuimos a la plaza a
decirte, chau, acá estamos, disculpanos la duda. Pero ya era otra plaza.
“Y llueve, y llueve, y el pueblo no se mueve”. No
sabemos si se cantaba eso el 25 de mayo de 1810. La habremos escuchado en
tantas oportunidades en que la lluvia pretendió ponerse del lado de los
opresores.
La fiesta en la plaza y llueve, y nadie se mueve.
La plaza ya no es de las Madres. Claro que sí, que es, pero es que ahora es de
los nietos, que vuelven del olvido de la derrota, para traernos nuevos sueños
compartidos. Los cobardes y asesinos están presos y los buitres siguen
rondando. La lluvia nos refresca las ideas, los pensamientos, la memoria, para
que no olvidemos que no, que no siempre fue así, que esta normalidad de hoy, de
tantos logros y alegrías, es un camino de luchas que se ensancha. Hay patria,
hay proyecto. Llueve y la plaza se
rebalsa de pueblo.
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